"Enfoques sociológicos para el estudio de la educación" María de Ibarrola

María de Ibarrola busca en el texto los diferentes enfoques sociológicos refiriéndose a algunos autores que se clasifican dentro del enfoque que se denomina sociología de la educación. El interés de esta clasificación es distinguir entre los enfoques sociológicos procurando descubrir desde qué posición u orientación de clase se alcanza este conocimiento y para qué se usa: para controlar la situación social y conservar el statu quo o para tratar de transformar las relaciones sociales.                                                                                                      

              Tres grandes corrientes dentro de la sociología de la educación

1) Una sociología dominante vinculada con la cosmovisión de la burguesía para mantener su hegemonía. Esta sociología no cuestiona el orden dado de revisarse y superarse, debido a la necesidad de responder a los cambios y adaptaciones que este grupo hace para mantener su supremacía sobre el resto de la sociedad.  2) En segundo lugar se distingue una sociología crítica preocupada por demostrar falacias teóricas y metodológicas, en especial la posición de clase, de la sociología dominante. 3) Sociología Emergente, que va a desarrollar alternativas reales y efectivas para el uso de la educación, para el cambio social, y se centra en la práctica pedagógica.   


Características de la Sociología Dominante en la metrópoli.

De acuerdo con el criterio utilizado para caracterizar este enfoque se hace posible distinguir entre la sociología dominante en la metrópoli y en los países dependientes. Los rasgos de la sociología de la educación en la metrópoli, es la ausencia del cuestionamiento sobre la sociedad. Como esta es una sociedad industrial (no capitalista), se busca aumentar el nivel de producción, por lo tanto desarrolla sistemas educativos de acuerdo a la demanda que esta sociedad requiere. Esta sociedad se concibe como una sociedad racional por el avance tecnológico que va de la mano con la productividad, buscan crear obras inteligentes que responden a las necesidades de alcanzar con eficiencia estas actividades para una mayor productividad. Según Durkheim (1974), la característica de racionalidad está dada por el proceso productivo, que responde a una división social del trabajo, haciéndose más compleja debido a los avances tecnológicos. Es así como la división del trabajo necesaria se desprende una jerarquización social, pues hay tareas de distinto nivel de responsabilidad que requieren distintas habilidades y preparación, las cuales están determinadas por la distribución natural de habilidades entre los seres humanos.                                                                                                                        

La característica de la sociedad democrática está determinada porque el criterio de selección de los que desempeñan tareas, se desprende del mérito, del rendimiento, la productividad, de la eficiencia que las personas demuestren en el cumplimiento de las tareas racionalmente definidas, por lo tanto toda la población tiene las mismas oportunidades de llegar a desempeñarlas. En la sociedad moderna los agentes y organizadores de esos grupos se encargaban de la selección de individuos justificada por el rendimiento que tienen en la productividad. En esta concepción se reflejan los dos planteamientos señalados: la sociedad racional y la democrática.

De la conceptualización de sociedad industrial, racional, democrática se deducen los criterios que norman la educación: eficiencia y calidad; o sea el hecho de poder rendir dentro de ese proceso productivo de tal forma que aumente la productividad, convirtiéndose en la base de cualquier actividad social.                                                                                                                                         

Con respecto a la educación hay opiniones de los teóricos. Durkheim planteaba la multiplicidad de tipos de educación, determinada por la existencia de diversos medios sociales en una sociedad y la totalidad y complejidad del fenómeno educativo. Aspectos que se refuerzan en la definición de educación estarían dados por la acción de generaciones adultas sobre las nuevas generaciones para la vida social. También se refuerzan las funciones de transmisión, socialización, integración, preparación para roles específicos.            

Para Parsons  las lealtades para el futuro cumplimiento de su rol puedes ser divididas en dos: a) lealtades hacia la implementación de los valores de la sociedad; b) lealtades hacia la implementación en el cumplimiento de un rol específico dentro de la estructura de la sociedad. 

¿Pero dentro de cuál estructura?

En la sociedad jerarquizada en torno a la necesaria división del trabajo y a la diferencia de responsabilidades y habilidades exigidas por los puestos de trabajo. Para Parsons este es el momento en que el ser humano se desprende de la relación familiar. Es importante destacar que hasta el momento de la educación familiar el niño es diferenciado sobre bases biológicas: sexo, edad, generación. Al ingresar a la escuela es cuando se comienzan a plantear las primeras diferenciaciones a su papel de adulto sobre la posición que ocupará en la estructura social.

El papel de la educación (escolaridad) para las personas en distintas posiciones sociales es definitivo. Sobre la educación recae la movilidad social: la igualdad de oportunidades escolares es la esencia de la igualdad de oportunidades en una democracia.

El sistema escolar se encargará de seleccionar sin tener en cuenta el origen social, a quienes tengas las mayores y mejores habilidades para  las distintas ramas y niveles del sistema escolar.

 Anderson (1959)  escribe un artículo en el cual plantea que el acceso a la escolaridad y la posibilidad de recorrer los distintos grados del sistema escolar está determinada por el nivel socioeconómico de los individuos.  

Otro papel importante que se le asigna a la escolaridad es el de instruir al individuo para enfrentarse a situaciones de todo tipo en las sociedades industriales, el uso del tiempo libre propiciado por la tecnología al disminuir el tiempo de trabajo necesario para la producción.                              

En las escuelas positivistas algunos autores defienden el racionalismo científico, es decir que se traduce en controlar completamente el objeto de estudio haciendo a un lado todo aquello que no es sustentable de investigarse de manera operativa y cuantificada.

El enfoque sociológico dominante de la metrópoli adquiere matices especiales dentro de los países dependientes y el factor determinante de los rasgos de esta sociología de la educación es el concepto de sub-desarrollo como caracterización de la sociedad. Esta conceptualización parte de la comparación entre los rasgos de las sociedades atrasadas con los de las industrializadas; la segunda obviamente con modelos a seguir. La conceptualización de la sociedad dominante se transmite a los países dependientes a través de la conceptualización de su sociedad como una sociedad atrasada, sub-desarrollada donde la industrialización no se da porque no han existido los factores humanos para el desarrollo que se lograrán mediante la educación.       

 Existen prerrequisitos que deben llenar en general los países sub-desarrollados: a) disposición económica general (mejor nivel de vida); b) es tener una capacidad ejecutiva y para tenerla debe tenerse la diligencia, el impulso y la disciplina para el esfuerzo, con los atributos que conforman el ethos del proceso productivo racional; c) la capacidad directiva (los empresarios, gestores o innovadores de la actividad económica). La educación tiene el papel de formador de mano de obra, de técnicos, administradores, en suma de todo el capital humano requerido en una sociedad desarrollada.               

El enfoque que se caracteriza como sociología dominante se puede decir que su racionalidad se fundamenta en el tipo de sociedad que conceptualiza, o sea la sociedad industrial racional y democrática donde para sobrevivir se debe dar una división necesaria y jerárquica del trabajo lo que implica diversas posiciones sociales necesarias, objetivas y racionales que requieren preparación y distintas habilidades para su desempeño. El desempeño de esas funciones implica una recompensa social como ingresos económicos, acceso a determinados bienes y servicios, status o prestigio entre la población, por lo que exige que quienes la ocupen sean seleccionados de acuerdo al mérito y rendimiento que tengan como se mide en el sistema escolar.                             

  Toda esta racionalidad de la cosmovisión de la burguesía en torno a la conformación y desarrollo de la sociedad y el papel de la educación es transmitida a los estratos sociales a través de intelectuales y en términos a los que Gramsci llama sentido común.

Según Portelli (1978), toda filosofía histórica debe extenderse, o sea estar en contacto con las capas populares. Es la educación para la vida quien tiene la función de ofrecer a los intelectuales un principio de distinción y un elemento de lucha contra las viejas ideologías, que veríamos en todos aquellos intelectuales que defienden el proceso educativo que se ha señalado.                                    

Esta difusión de la sociología dominante se ve reflejada entre los intelectuales y aquellos ejecutores de la planificación educativa, nacional e internacional con su afinidad de ajustar el sistema escolar a las necesidades de un sistema social que no se cuestiona: formar recursos humanos tanto para la educación como para la productividad: buscar adaptar esos recursos humanos a la estructura ocupacional dominante, distinguiendo entre recursos humanos dirigentes (carreras modernas vs liberales- ingeniería y administración vs medicina, derecho), técnicos medios (creación de carreras cortas).

Esta prolongación de la sociología dominante se ve entre los maestros que a través de su conceptualización del fracaso escolar entre ciertos grupos de la población siendo consecuencia la determinación socioeconómica sobre rendimiento escolar, por lo que se ha comprobado que ciertos grupos no pueden aprovechar o beneficiarse de oportunidades escolares por sus condiciones de vidas, déficit cultural o lingüístico, desorganización familiar, etc.

Entre la población en general se ve la prolongación de la sociología dominante a través de la conceptualización que tiene el “hombre de la calle” siendo la esencia del problema social del país la falta de educación, existiendo las desigualdades sociales. Esta continuidad de la sociología dominante a todos los estratos sociales y a los diferentes tipos de intelectuales de la educación constituye la mayor resistencia a los intentos por adecuar la educación a las necesidades sociales del país.


La sociología crítica 

Es fundamental para un diagnóstico correcto de cuál es la relación que se establece entre el sistema escolar y la clase dominante de una sociedad y cuáles son los elementos principales y los mecanismos a través de los cuales se da esta relación en los países dependientes. El rasgo determinante de todas sus características es el cuestionamiento del orden social: 1) la sociedad dividida en clases, 2) en los países latinoamericanos, el concepto de dependencia. El concepto de sociedad se presenta como una realidad heterogénea y estratificada (por las divisiones de clases sociales), pero no deja de ser una totalidad integrada a través de la hegemonía política, económica y cultural de uno o varios grupos que comparten intereses y procedimientos para el control y dominio de los demás grupos. 

Se ve que esta sociedad industrial está controlada por potencias extranjeras en América Latina generando un monopolio industrial llevado por el capitalismo.

Por otra parte, se reduce la incorporación de mano de obra a las actividades modernas por el uso de tecnología de capital intensivo.                                      

El sistema productivo deja de verse como un sistema determinado por una división del trabajo necesaria, y pasa a verse como una división técnica y social del proceso productivo donde la jerarquización implica poder y acumulación por un lado, y subordinación y explotación por otro.  Esto produce una desigualdad de posición social, por lo que los sistemas educativos reproducen esto como lo planteaba Althusser “como un aparato ideológico del Estado”. Un aparato cuya función es reproducir el sistema de explotadores sobre el que esta sociedad se sitúa y a que continúa la sociedad dividida en dos clases antagónicas: explotadores y explotados, burgueses y proletarios.                                             

Dentro del sistema escolar no existe igualdad de oportunidades de acceso y sobre todo de permanencia dentro del sistema escolar. Los contenidos de la cultura escolar están alejados de la realidad y no permiten una transformación de la misma.

El conocimiento escolar adquirido, pero sobre todo la certificación legal adquiere valor en el mercado y otorga a quienes lo retienen, un importante elemento para su acceso a las diferentes posiciones ocupacionales: mientras más elevado sea el certificado escolar mayor será la posibilidad de acceder a posiciones de prestigio y mayor remuneración económica.    

La sociología emergente 

Piensa a la educación no sólo como la práctica realizada en recintos educativos, sino como un fenómeno propio de todo grupo social, pues en cada uno de estos grupos hay procesos educativos mediante los cuales los sujetos adquieren una visión del mundo que les permite situarse en tiempo y espacio. El proceso educativo es amplio y apegado a la realidad, no es sólo académico, busca desarrollar alternativas teóricas y prácticas de la educación para el cambio social. Se centra sobre todo en la práctica pedagógica. Esta corriente estudia la sociedad a partir de la educación, pero no de una educación escolar, sino de la educación para aquellos que no pueden acceder a la educación formal.

Por último la autora María de Ibarrola considera que la sociología crítica tiene suficiente riqueza teórica como para brindar una explicación a la sociedad contribuyendo de esa forma a comprender el proceso educativo, superando el diagnóstico seguro que ha realizado de la educación dominante. Un enfoque sociológico necesario tendría que buscar las características propias de la educación como un fenómeno donde interactúan distintas dimensiones; una individua y una social en cuyos contenidos y procesos intervienen distintos grados de vinculación con la clase dominante. Tendría que continuar la búsqueda del conocimiento de esa compleja relación partiendo de un cuestionamiento metodológico de las categorías que a través de las cuales nos aproximaríamos a la realidad. 

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